sexta-feira, 10 de abril de 2009

El drama del pueblo saharaui llega a Toledo.

7 de Abril 2009


EL JOVEN OUALI EL GHADIMI, DE 24 AÑOS, ES UNO DE LOS CASI TRESCIENTOS PACIENTES DEL HOSPITAL NACIONAL DE PARAPLÉJICOS DE TOLEDO, PERO SU HISTORIA NO ES UNA HISTORIA COMÚN, SINO QUE REFLEJA EL DRAMA QUE VIVE EL PUEBLO SAHARAUI DESDE HACE MÁS DE TREINTA AÑOS.

A diferencia de la mayoría de los enfermos con lesión medular, su paraplejia no tiene origen en un accidente de tráfico o en causas laborales, sino en las lesiones que, según asegura, le causó la policía marroquí durante unas protestas estudiantiles en las que le arrojó al vacío desde un tercer piso. Unos hechos que han sido denunciados en distintas instancias internacionales de Derechos Humanos y también ante el secretario general de la ONU, Ban-Ki-Moon.



La historia de Ouali, que lleva apenas unos días en el Hospital de Parapléjicos tras varios meses de tratamiento en Córdoba, arranca de mayo de 2008 en la Universidad Alqadi Ayad de Marraquech (Marruecos) durante las protestas estudiantiles para pedir mejoras en las instalaciones y condiciones de vida del campus, en las que participaron jóvenes saharauis y marroquíes.

Aquellos incidentes, que se saldaron con dos heridos, según la policía, han acabado con una condena de un año de cárcel para siete estudiantes por alteración de orden público y ataques a funcionarios durante las manifestaciones que las autoridades marroquíes vincularon con una lucha entre clanes del movimiento estudiantil.

Según el relato ofrecido a EFE por el herido, que cursaba tercero de Sociología, el 14 de mayo la policía antidisturbios entró en el recinto universitario con sus furgonetas y se enfrentó a los estudiantes.

Entonces, "centenares de policías subieron a las habitaciones de la residencia universitaria y arrasaron con todo, golpearon e hirieron a un montón de estudiantes. Fue una intervención brutal y desmedida", explica el agredido con la ayuda de un traductor de árabe de la delegación saharaui en Castilla-La Mancha.

Ouali, natural de Aasa (sur de Marruecos), y una veintena de paisanos saharauis corrieron hasta la azotea del edificio para refugiarse, pensando que allí iban a estar a salvo, pero la policía les persiguió.

Según el relato de Ouali, comenzaron a llegar policías. "Veinte, treinta y hasta cuarenta y nos empezaron a golpear y a insultarnos diciendo: saharuis, perros, hoy ha llegado vuestro final, es el día en que vais a morir todos".

Seguidamente, le arrinconaron -cuenta- y le conminaron: "o te tiras o te tiramos, perro saharaui". Después le propinaron un fuerte golpe en la cabeza y le lanzaron al vacío desde un tercer piso, siempre según su versión.

Añade que tras perder el conocimiento y estar agonizando durante casi tres horas, policías de un cuerpo especial de seguridad le dejaron tendido con una sábana en la puerta de la Universidad hasta que llegó la ambulancia para conducirle hasta el hospital Ibnu Tufail de Marraquech, donde se le diagnosticó una lesión medular y rotura de manos y de un pie.

Tras pasar después por otro centro sanitario de Casablanca, con la ayuda de las autoridades saharauis y la solidaridad internacional, Ouali El Ghadimi fue trasladado a un centro de rehabilitación de Córdoba, donde permaneció varios meses con el apoyo de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de esta ciudad andaluza, que logró un visado para traerle a España.

Desde hace unos días permanece en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo tras un acuerdo entre el Servicio de Salud de Andalucía y el de Castilla-La Mancha, a cuyas autoridades dice estar "muy agradecido" por estar en este centro de referencia nacional y donde está "en las mejores manos".

Y aunque está lejos de su familia y amigos, Ouali se siente arropado por el calor y las visitas que a menudo le hacen la decena de saharauis que residen en la capital toledana, así como españoles de asociaciones de apoyo.

Es optimista sobre su recuperación, porque aunque el resto de su vida estará ligada a una silla de ruedas, está recuperando la movilidad en las manos, con las que ahora, ni siquiera puede saludar a quienes le visitan.

EFE ha tratado de obtener la versión del Gobierno de Marruecos a través su embajada en España, pero por el momento no ha obtenido respuesta.

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